El señor la cobijó con displicencia bajo sus brazos el día que la fiebre asomó, parecía agradecida… impaciente y luego fugó, un zumbido alcalino siempre latente, piel ceniza, sangre espesa derramada sobre la mesa, la gran agitadora, fue lo más profundo en donde alguien pudo nadar.
Bellísimas y profundas letras que reflejan una vida agitada.
ResponderBorrarEl collage, lo mismo, bello, bello...
Un muy largo abrazo querido amigo.
Qué alegría verte por aquí mi querida Ohma, siempre brindándome gratas palabras, gracias por conceptos sobre lo expuesto.
ResponderBorrarOtro largo abrazo para ti.